La simulación está de más, cuando lo que el pueblo necesita son soluciones.
Por Jorge Adrián Ordaz
En mi vida he visto políticos que no pisan una comunidad en años… pero que brincan de emoción por irse a sacarse una foto a un evento gubernamental o partidista. Luego no pueden resolver por qué la gente no les cree — o no los quiere —. Qué diferentes serían los gobiernos si existiera una cercanía real con la sociedad y si se resolvieran sus problemáticas de manera pronta y expedita. Los políticos serían más queridos, más respetados y el pueblo no tendría tanto desapego o una mala opinión sobre ellos. Claro está que hay políticos que son diferentes y no todos siguen la regla del desapego a la ciudadanía.
Recientemente vi que varios diputados — federales y locales — inauguraron sus casas de atención, hechos que aplaudo y felicito por ello, ya que estas fungen como vínculos directos entre sociedad y gobernantes, permitiendo la facilitación de gestiones y de acercamiento de los ciudadanos. Por eso cuando fui candidato propuse tres casas de atención por municipio del distrito, atendidas por equipos profesionales y que no estuvieran solo de adorno.
Si el acceso al funcionario solo es por invitación, entonces no es cercanía, es exclusividad política.
Lo que más me llamó la atención de las inauguraciones es cómo toda la clase política hidalguense — o la gran mayoría — llegó a atender la invitación. Dirigentes partidistas, diputados, secretarios estatales, presidentes municipales y muchos otros funcionarios aplaudiendo con euforia a los diputados por abrir una casa de atención y tomándose fotos como si de una boda se tratara. Esos mismos funcionarios pocas veces se acercan a las colonias, barrios y comunidades de sus municipios para atender de primera mano las necesidades de la gente.
Como si su puesto les otorgara la divinidad, se alejan del pueblo y se olvidan de que antes de deberse a su grupo político se deben a la población que confió en ellos y les otorgó su voto.
Estas casas de atención deben dejar de servir como set de fotos y empezar a ser lugares de escucha activa y solución de problemáticas.
Las y los políticos debemos estar más en territorio que en escritorio, debemos escuchar las necesidades de la gente en donde se viven y proponer soluciones realistas, costeables, rápidas e innovadoras. A pesar de todos los esfuerzos gubernamentales por asegurar cercanía con la ciudadanía, todavía son insuficientes, lo que significa que nuestra generación no debe replicar el modelo de los políticos de escritorio y tenemos la responsabilidad de salir, escuchar para ver realmente transformado nuestro presente.
En nuestro estado, el Gobierno Estatal ha implementado las ‘Rutas de la Transformación’, que básicamente son ferias de servicios — con stands de diferentes dependencias gubernamentales y en donde el ciudadano puede hacer trámites o recibir servicios de salud —, acompañadas de un evento en donde se entregan obras o apoyos en cada uno de los 84 municipios.
En esencia, lo que se busca con estas actividades es el acercamiento directo con el pueblo y reforzar la narrativa de que el gobierno está trabajando en todos los municipios.
¿Pero qué tanto están conectando con la población? Me atrevo a decir que, tristemente, a los eventos no acude ni el 3% de la población de un municipio. Por lo tanto, este tipo de actividades terminan por ser solo simulaciones.
Lo que necesitamos son espacios de diálogo directo con las autoridades, en nuestras comunidades y con la disposición de resolver, no solo escuchar.
Si un evento tiene más funcionarios que vecinos, no es un acto de cercanía gubernamental, se convierte en un evento de marketing. Las Rutas de la Transformación son una gran idea y deben continuar, pero con el enfoque anteriormente planteado.
Mi generación no quiere que le cuenten lo que pasa desde un escenario. Queremos escuchar, caminar y transformar desde el territorio.
Esta es la política del presente, la que viene.
Lo que está en juego es el vínculo entre gobierno y pueblo.
Si seguimos simulando cercanía, terminaremos muy apartados de quienes más nos necesitan.
Gracias por leer El Presente es Hoy, como siempre, lo más importante para mí es leerte a ti.
En esta ocasión, para reflexionar, suelto la siguiente interrogante:
¿La situación en nuestras colonias y comunidades sería más eficiente si tenemos gobiernos que escuchen y vivan nuestras necesidades de primera mano?
Nos leemos pronto.
Facebook: Jorge Adrián Ordaz
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Jorge Adrián Ordaz Monroy es un joven político hidalguense, Licenciado en Relaciones
Internacionales por el Tecnológico de Monterrey que ha encontrado en el territorio, la
innovación, la organización y el pensamiento crítico las herramientas para transformar su
realidad y la de su generación. Con una amplia trayectoria para su edad en combinación
con trabajo de base, pensamiento crítico y experiencia institucional, ha logrado posicionarse
como una de las voces jóvenes más activas y estructuradas de Hidalgo.
En 2021 fue candidato a diputado federal, convirtiéndose en el perfil más joven en
contender por ese cargo en México. Posteriormente, se desempeñó como Jefe del
Departamento de Vinculación Social en la Secretaría de Turismo de Hidalgo, donde diseñó
y ejecutó más de 40 proyectos turísticos enfocados en integración regional, identidad
cultural y desarrollo comunitario. Fundador y presidente de El Presente de México A.C., una
de las agrupaciones juveniles más activas del estado, Jorge ha consolidado una red de
jóvenes con causa en distintos municipios de Hidalgo, promoviendo acciones comunitarias,
participación política real y formación con visión transformadora. Su liderazgo se caracteriza
por combinar cercanía, resiliencia y pensamiento estratégico con la visión de que las
juventudes no deben esperar su turno, deben construir su lugar en el presente.
Jorge no escribe desde la comodidad de la crítica, sino desde la práctica. Recorre, propone
y articula. Desde el activismo, la gestión pública y la política juvenil, su voz lidera mientras
busca abrir camino a una nueva generación que no solo quiere ser escuchada, sino que
está lista para tomar el lugar que le corresponde en la vida política del país y así
transformarlo por completo.