Han transcurrido 30 años de aquel memorable discurso de uno de los políticos mexicanos más claros y sensibles, Luis Donaldo Colosio Murrieta; en aquel significativo discurso del 6 de marzo de 1994, en el Monumento a la Revolución, Colosio, manifestó: “Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”. También expresó el sentir de millones de mexicanos cuando señaló: “Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan…”
Sí, han pasado tres décadas y pareciera que las balas que asesinaron a Colosio también asesinaron las posibilidades de una verdadera transformación para el pueblo de México, pues simplemente las cosas han empeorado en prácticamente todos los rubros: en los últimos años los niveles de pobreza en México se han incrementado dramáticamente, se ha reducido la tasa de crecimiento de la economía y la brecha de la desigual distribución de los ingresos se ha hecho mayor. En cuanto al cumplimiento de la ley, todos hemos sido testigos de que, ciertamente, veníamos padeciendo abusos, atropellos y distorsiones por las autoridades encargadas de aplicarla, pero en el actual sexenio la situación se ha agravado, a tal grado que prácticamente sólo existe un poder, el Ejecutivo, que abusa, atropella y avasalla a los otros, y no respeta los derechos humanos consagrados en la Constitución; y, como ejemplo emblemático, tenemos la reciente declaración del presidente López Obrador, donde afirmó que su autoridad “moral” está por encima de la ley. Es decir, muy similar a lo dicho por Luis XIV en 1655: “El Estado soy yo”. Tenemos un presidente que abusa del poder, de su autoridad para lesionar al Estado mexicano, para hacer sus caprichos aun a costa de la vida de millones de mexicanos; un presidente rencoroso, vengativo y que permanentemente transgrede la ley.
De aquí se desprende la confirmación de que lo dicho por Colosio está presente, que es muy actual: “… de mujeres u hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales…” (de sus funcionarios). O, ¿no es abuso que acudan miles de mexicanos a Palacio Nacional y simplemente sean ignorados por el presidente, cuando bien les va, pues las más de las veces son calumniados, injuriados y amenazados, llamados “conservadores”, “chantajistas”, “extorsionadores” y otras lindezas por el estilo? Pero, quizás lo peor es que su mal e inconstitucional ejemplo lo siguen la inmensa mayoría de los gobernadores morenistas, quienes sencillamente tampoco escuchan a sus gobernados cuando llegan a las puertas de sus respectivos palacios: no ven, no oyen, menos atienden y aun menos resuelven.
Un ejemplo de todo ese abandono, olvido y agravios lo tenemos en Hidalgo, desde hace décadas, pero agravado desde la administración morenista (sí, no es error, dije morenista) de Omar Fayad, donde a los hidalguenses, además de negárseles toda atención y solución, se les sumó la forma despótica y represora de gobernar; dicho (des)gobierno dejó un estado aún más miserable, con caminos destrozados, sin apoyo al campo, sin programa alimentario para las regiones más pobres, sin agua, etc.
Y, a casi dos años de la actual administración del Lic. Julio Menchaca Salazar, caben las preguntas ¿Cambiarán las cosas en Hidalgo para bien de la inmensa mayoría de sus habitantes? ¿Se puede pensar en un periodo donde empiecen a saciarse el hambre y la sed de justicia? ¿Se respetarán la Constitución y los derechos humanos consagrados en ella? ¿Realmente se atemperará la angustia de los ciudadanos por la falta de seguridad y de mejores servicios? Y, ¿habrá gobiernos que cumplan y respeten el derecho de petición, organización y manifestación?
El tiempo nos dará la respuesta a todas las anteriores interrogantes, pero, por lo pronto, los antorchistas hidalguenses no dejaremos solamente a la santa voluntad de los funcionarios estatales la respuesta y solución a muchas de las carencias planteadas desde el inicio de la presente administración y, que hasta el día de hoy permanecen en el olvido. Acudiremos en miles el próximo 17 de abril a las oficinas del señor gobernador, en plaza Juárez (y misma acción llevarán a cabo cientos de campesinos y colonos en Huejutla), esperando, como siempre, encontrar la sensibilidad en su persona para atender y resolver en positivo el pliego petitorio de estudiantes, profesores, amas de casas, transportistas, comerciantes, colonos y campesinos hidalguenses; pero, de no encontrar soluciones efectivas y garantizadas, pernoctaremos en Plaza Juárez los días necesarios hasta ser atendidos y resueltas tan legítimas como justas demandas, pues a tanto olvido y ante la urgente necesidad de que se remedien tantas injusticias, no hay muchas opciones.